surcos amarillos
porque aunque no todos los días son de escribir, no de este modo, aunque todos los días debería de escribir de esta manera, no, no todos son así
escribir para no morir, escribir para vivir, para soñar que esta realidad no es real, que este presente ni es ahora, ni es mañana, ni es instante.
escribir sin ton, pero con el bip-bap-tum-tum acelerado, como se le pisa a un carro automático
nacen las flores, dejan de ser, caen, se marchitan, mueren, pero no mueren, se trasladan a la tierra, al sol, al polen, al vaho
así el aliento, que mece la vida, entra por los orificios de enfrente, muele adentro, sale convertido en males, honda, hondo, ondea, huele, saca una lágrima, un torrencial, un suspiro, una exhalación que regresa al viento
porque sí, el viento es la palabra que sin ella, no existe este ser de luz que escribe y transcribe y repite que el viento, no sería el viento, sino la tormenta del vaho, que remolinea, que arranca desde las entrañas lo que no funciona, lo que no sirve, lo que ya no es
y así la realidad, no es, y entonces viene el imaginario mental, ahí donde sí es, donde el instante es eterno y la tormenta es lluvia sin mojar y la sequedad de la tierra, es la frondosidad del poema que esboza un hilo de letras y llama a la dama de rojo, sí a ella la que aparece en los sueños, que al amanecer se vuelve pesadillas, la que toca estas manos que no suelta, y entonces desde las guturales en ese respirar cortado, grita ahogadamente ¡noooo, no abras!, ella está aquí, está aquí, está aquí, porque los dedos sienten que no sueltan la otra
y entonces no amanece y regresa morfeo y se sumerge en el otro sueño, el que corría a diario, el que sí tiene pasto verde, el que no descansa, en ese en el que no hay mañanas, ni aires, ni heridas, ni noches, todo es tan ipso facto que la mueca de risa, es tan subliminal
que se callen los sentidos, que no brinque el mostruo, ¡noooo, no le abras!
calma este ayer, ventila las vocales, que sin ellas las palabras no tienen sentido, así es la humedad de la tierra, así es la pasión de lo que se apasiona, de las mentes que eclipsan, de las que se funden, de las que ya no sufren, porque hoy no es como los otros días
hoy es como el miedo que se evapora
como el ser que dejó ir y respira
porque el aire, el aire, es libre y cura
tiembla, sí
oí, que la voz penetre
y si te alcanza
entonces que
despierte
a los que aún no cito
a los que aún tienen los ojos sellados
oí, que los pasos se acercan
oí, que ellas vuelven
y se quedan aqui,
en el respirar de las otras
de las que articulan actos en su nombre
por estas, por las que se fueron,
por las que silenciaron
por las que sobrevivieron
por las que aún no nacen
porque este modo de clarificar las frases
es como un cielo pintado en bóvedas
donde la cama permanece inmune
donde la fuente de la vida
llama a la l i b e r t a d
escribir para no morir, escribir para vivir, para soñar que esta realidad no es real, que este presente ni es ahora, ni es mañana, ni es instante.
escribir sin ton, pero con el bip-bap-tum-tum acelerado, como se le pisa a un carro automático
nacen las flores, dejan de ser, caen, se marchitan, mueren, pero no mueren, se trasladan a la tierra, al sol, al polen, al vaho
así el aliento, que mece la vida, entra por los orificios de enfrente, muele adentro, sale convertido en males, honda, hondo, ondea, huele, saca una lágrima, un torrencial, un suspiro, una exhalación que regresa al viento
BAILE AL AIRE LIBRE Óleo sobre tela en 81 x 65 cm. Autor Miguel Oscar Menassa |
porque sí, el viento es la palabra que sin ella, no existe este ser de luz que escribe y transcribe y repite que el viento, no sería el viento, sino la tormenta del vaho, que remolinea, que arranca desde las entrañas lo que no funciona, lo que no sirve, lo que ya no es
y así la realidad, no es, y entonces viene el imaginario mental, ahí donde sí es, donde el instante es eterno y la tormenta es lluvia sin mojar y la sequedad de la tierra, es la frondosidad del poema que esboza un hilo de letras y llama a la dama de rojo, sí a ella la que aparece en los sueños, que al amanecer se vuelve pesadillas, la que toca estas manos que no suelta, y entonces desde las guturales en ese respirar cortado, grita ahogadamente ¡noooo, no abras!, ella está aquí, está aquí, está aquí, porque los dedos sienten que no sueltan la otra
y entonces no amanece y regresa morfeo y se sumerge en el otro sueño, el que corría a diario, el que sí tiene pasto verde, el que no descansa, en ese en el que no hay mañanas, ni aires, ni heridas, ni noches, todo es tan ipso facto que la mueca de risa, es tan subliminal
que se callen los sentidos, que no brinque el mostruo, ¡noooo, no le abras!
calma este ayer, ventila las vocales, que sin ellas las palabras no tienen sentido, así es la humedad de la tierra, así es la pasión de lo que se apasiona, de las mentes que eclipsan, de las que se funden, de las que ya no sufren, porque hoy no es como los otros días
hoy es como el miedo que se evapora
como el ser que dejó ir y respira
porque el aire, el aire, es libre y cura
tiembla, sí
oí, que la voz penetre
y si te alcanza
entonces que
despierte
a los que aún no cito
a los que aún tienen los ojos sellados
oí, que los pasos se acercan
oí, que ellas vuelven
y se quedan aqui,
en el respirar de las otras
de las que articulan actos en su nombre
por estas, por las que se fueron,
por las que silenciaron
por las que sobrevivieron
por las que aún no nacen
porque este modo de clarificar las frases
es como un cielo pintado en bóvedas
donde la cama permanece inmune
donde la fuente de la vida
llama a la l i b e r t a d
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