como la ola negra

Pinceladas de mar


cierro el puño para no tocarte, para que no me sientas, para que mi energía no te alcance
cruzo los dedos para ceñir los humos desgastados a este mortal silencio
que los lamentos y las exclamaciones expiren tras estos dedos que tiemblan y se rompen en el repiqueteo de un muerto teclado

arrojo como maizales a las aves pone huevos, este desenfreno malestar que hace temblar ese ojo paja del lado izquierdo
el que no ve 
el que se aisla ante las moribundas células que lo acompañan

el que en sueños navega que cruce ríos y vuela y gime de un placer aún no experimentado

si

que la voz explique con este nudo entre manos que la verdad es verdad y la mentira no es verdad
que los números no cambian, que los porcentajes no varían
que un pagaré es ese documento por el que la moneda de cambio no es una esteril cuerpa
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sino una cabeza que se dejó conducir por el manifestado anhelo palpitante de ese sentimiento que envilece a cualquiera y hace perder, cuando se pretendía que ganaba

la necedad de que un tiempo no virará
de que las horas no claudicarán
es como el decir que éste día el sol no se ocultará
¿acaso se podría viajar en un 24 horas sin recibir un amanecer, un anochecer y simplemente dar vueltas al planeta y jamás dormir?

no

el tiempo es el conteo de las perdidas olas

la desobediencia de los acuerdos, de las frivolidades pasajeras

amar sin amar

encontrarse ante una desierta cama, cuyo llenaje es de un torrente de deseos instánteos

culpa

extraña culpa

sentir inapropiado

lanzar boomerangs

quebrantar un suelo

arrojar la furia 

desprenderse de la tormenta
llamada:

l o c u r a

a la par
el piano que no para mientras los dedos se extienden

Sol-Ha-Mi

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