mudez

El silencio entre tú y yo


Es interrumpido apenas, por el sonido del  motor del carro, por los ladridos del perro, por los trascabos de enfrente, por el clip del celular, por el bostezo de mi boca.

Es una gruesa línea sin cuadrante, un espacio automático de presencia-ausencia.

Es la acción más poética de dos entes que ya no se tienen para sí, que navegan con luces hacia sí mismos, que si se llegan a rozar solo es por necesidad.

Sí, la necesidad de sentir el calor para mitigar el frío de la madrugada; la necesidad de tocar una pubis enmarañada para no ir a tocar otra que no sea la de éste cuerpo.

Un beso a ciegas, a la recta y larga espalda, a la cadente oreja, a la muy escasa ceja, a esos atractivos y bellos senos, a los delicados hombros, a la piel que como las hojas emiten ese ph que no repelo.

Instantes sin voces.

Diálogos internos introspectivos.

Miradas desviadas, perdidas en el camino, dejadas en medio de las ramas.

Ojos que ya no ven, caminos de espiral, vienen, van, suben, bajan, discurridos por los manantiales a destiempo.

Una sonrisa traviesa se asoma a estos labios mordisqueados mientras un fantasma nutre los encantos.

El viaje continúa, topes, baches, avenidas llenas de tráfico, calles cerradas por ferias patronales, impulsos sueltos a la nada, dos seres juntos sin hablar, separados por los altos egos, por el fin de lo que un día fue el amar.


Sol-Ha-Mi

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