"Soy más fuerte y más cabrona que lo era antes de caer".

Gloria Trevi

... se cae y se levanta, y nadie sabe qué tan fuerte es la caída hasta que uno cae ...

    Hay desplomes que en su evidencia, dejan en mano sendos ríos de aguas salinas, esas que también yo no sabía que podían escurrirse con tanta facilidad; cuando en el interior del ser se está hecho añicos por las múltiples y grandes vivencias de la vida.

  Cuando se toca esos fondos, es cuando se toca el suelo, cuando en el piso nada yace, solo un cuerpo desconsolado, un alma cuyo espíritu sale de su cuerpo y queda ahí como un trapo hecho trizas, mal acomodado.

    El llanto es del mismo color del dolor, tan intenso y tan penetrado, con un sentimiento jamás deseado, pero que al momento es tan desgarrado, tan sobrado de fluidos, es toda una experiencia miserable y lastimosa.

    Caer cuando ya nada sostiene, cuando los golpes no se sienten, cuando el cuerpo está muerto aunque respira, cuando el pensamiento no crea, no intuye, no transforma, solo está ahí en la inertitud de la caída.

   Y no, no hay nadie en ese acto derrumbado. Nadie que te ofrezca una mano, ni una palabra, solo es el yo con el yo, el alma contra el espíritu, el cuerpo con la mente en frío, las manos aplacadas, los pies doblados, el vientre escondido y una vista que no ve.

    En esos momentos solo un ser viene a la cabeza: Dios. 
    
    Y entonces llega lo invisible y después de un tiempo eternizado, surge un siniestro impulso de volver a aplicarle fuerza a los brazos, a reincorporar el cuerpo y volver a estirar los pies para sostenerlo.

   La caída ha sido espeluznante, casi mortal.

   Y no, nadie lo notó, nadie lo supo, nadie preguntó. 

   Fue una lucha inconsciente, entre la voluntad y el quebranto, entre la muerte y la vida, entre un encanto y el soplo divino.

   Hoy veo la fortaleza, la bendición,  y solo yo sé que tan fuerte fue la caída, que tan profundo es el sentir, que tanto me ama ese ser Divino, que me devolvió la luz a mis ojos, la serenidad a mi rostro, las buenas voluntades a mi ser y me regresó ese espiritú de vida, ese halo de conciencia activa, ese levantarme después de la caída.

   Sé que hay fuerza, inteligencia y que no habrá caída más fuertes que las que Dios me haya permitido tener, porque hoy Él es parte de mi vida... más fuerte y más cabrona, dice Gloria Trevi... yo creo que así es.

Elia.

 



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