Muerte inesperada


Viernes fatídico


En el ir y venir de nuestras vidas, compartimos momentos de conocimientos, de lucidez completa por los ejercicios laborales, que a cada uno nos tocaba desarrollar en nuestras respectivas áreas, de la Secretaría a la cual nos debimos.

Tú, amigo David, alias “el morris”, joven que por causas que nunca conocí, presentabas un secuela cerebral, pero nada que impidiera que te ganaras la vida de una manera limpia, honrada y honesta; hacías el aseo de la oficina de Prestaciones, eras el primero en llegar; de ti dependía que todo estuviera limpio, que todo quedara brillando, para cuando los demás compañeros nos presentáramos a trabajar.

Una faena, que te hizo crecer, un sueldo que podía hacerte sucumbir, poder a tu lado tener a una compañera de vida.

Sin embargo, eso no quitaba, que te fijaras en otras mujeres, que como muchas veces, al verme me decías: -“¡que bonita estás chiapaneca!”, a lo que yo solo agradecía el halago y te sonreía. Una y otra vez, repetías misma frasecilla.

Admito que cuando te conocí, creí que eras el jefe de la oficina, ya que tu barba y tu altura de hombre, tu faz y tu color blanco de piel, te hacía ver de una forma diferente y no precisamente el intendente del lugar.

Con el paso de los años, yo me separé de la Secretaría, y ya solo de vista y quizás sí, en alguna ocasión nos topamos por los pasillos que tú abrillantabas, y nuevamente la frasecilla revivía.

Siempre la cordialidad y el respeto imperó.

Y del mismo modo, estabas Tú: Germán, el “chavo” retirado del ejército, un muchacho simpático, recto y audaz. Con quién de igual manera tuvimos charlas amenas y diáfanas por el trabajo compartido. Me hablabas de tus andanzas en la capital mexicana, de la novia que tuviste, de tus andanzas en los helicópteros, de las friegas que llevaste en ese mundo de servicio militar.

En  ese sitio, en donde todo puede pasar, en donde tu éxtasis de juventud, mudando la piel se encontraba, hacia la madurez, que ya no lograste alcanzar.

Quizás el ruido estruendoso de las balas, quedaron tatuadas en tu cabeza, en tu ser y en tu corazón, no lo sé de cierto, pero sí algo, que te hacía actuar con desdenes en tu forma de mirar.

Representabas al hombre de recto caminar, pero con mirar de profundidad, en la cual se alojaba algo difícil de descifrar.

Momentos viles en los cuales ambos decidieron libar, en donde el embrutecimiento de la destilación alcohólica hizo mella en cada molécula de su torrente sanguíneo, del cual la razón hizo relegar hacia la confusión de armas tomar.

Armas que solo Dios sabe como a sus manos pudieron llegar. El hecho es que según la información periodística, los dos se dispararon con tan certero balazo que de la vida los privó.

Uno con un impacto de bala en el pecho y el otro, con una bala que hizo blanco en su cabeza y de la cual al instante pasaron a otra dimensión.

Nadie sabe los motivos, nadie vio nada, solo hay especulación.

Miércoles 7 de julio del año 2010, me he venido a enterar del deceso de estos buenos amigos, acaecidos el pasado viernes 2.

Cuando el lunes al arribar al trabajo, me enteré de la noticia, no imaginé que de ustedes dos se trataba. Hoy con gran pesar me han corroborado la información, y me duele tanto que sus partidas hayan sido tan drásticas y tan trágicas.

Me duele que sus muertes sean sin razón, que los motivos no se esclarezcan, que la pérdida irremediable de sus vidas, quedé sin justificación.

Yo no me trago ese cuento de que “… ambos se dispararon por un romance…”, ¡que ingenuidad!

Lo cierto e irremediable es que sus cuerpos hoy ya descansan cada cual en su lugar.

David, Germán, sé que nunca vieron que sus vidas estaban a punto de terminar, y si el alcohol hizo su parte en que bajo sus influjos los hizo callarse en sus vidas, la inconciencia se los ha de reclamar.

Amigos ambos, compañeros de labores, viajeros de éste tranvía, hoy han dejado el viaje, hoy se quedaron en la estación pasada, bajaron sus maletas… el resto continuamos, lloramos porque nos han dejado y muy desde del fondo de nuestros sentires, esperamos que la justicia sea expedita y que el consuelo y la resignación llegue a sus seres que los amó y amaron.

Con respeto, cariño y honor a los amigos caídos: David y Germán.

In memorian


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